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La receta

En Bilbao hay dos heladerías que me gustan mucho-tampoco sé si hay muchas más-. Siempre que pasamos me fijo a ver qué novedades hay desde la última vez. En una de ellas suelen tener sabores diferentes a los habituales, cosa que me gusta porque siempre me parecen muy apetecibles. Cada vez que veo un helado de sabor sorprendente no dudo en probarlo, eso sí, no me atrevo todavía con sabores salados por ejemplo. Pero todo se andará ya que en mi cabeza rondan un par de ideas que pueden resultar muy agradables al paladar.

Creo que los helados es lo más difícil de fotografiar en cuanto a fotografía culinaria se refiere. Consumimos helado todo el año, y me gustaría publicar los montones de recetas que pruebo. Por ahora no tengo casi ninguna por este motivo, me estresa sacar fotos a un helado, hay que tener todo listo, emplatar y sacar la foto de inmediato, cosa que no resulta nada fácil si hace un día caluroso.

A lo mejor os preguntáis en algún helado de los que publique, que el sabor que indico no se corresponde con el color que os muestro en las fotos, y es que intento, y por ahora no lo hago, no poner colorantes a las mezclas. Puede que el resultado no sea un helado tan atractivo a la vista, pero lo prefiero. Por ejemplo, el helado de vainilla estamos acostumbrados a que sea de un tono amarillo y como veis este no lo es para nada.

Desde que vi hace tiempo la famosa mermelada de fresas a la pimienta rosa en el blog de nuestra compañera Penélope, me aficioné a probar esta especie en varios dulces, el pequeño «toque sutil» que aporta, es un contraste espectacular para mi gusto.

Recordad los Chocolate-pink pepper mini bundt cakes por ejemplo. Así que como no iba a probar a poner pimienta rosa en uno de mis sabores de cabecera en lo que a helados se refiere, la vainilla.

Nota Posterior: He comprobado que utilizando yemas de huevo más grandes, el tono es más amarillo, muy bonito. En esta receta las yemas eran de huevos medianos y casi no dejaron color en la mezcla.